La boda de Irene y Alberto fue especial. En primer lugar porque los novios fueron encantadores, nos dejaron hacer y el trato fue magnífico; y en segundo lugar porque mi papel en la boda era la de segundo fotógrafo, acompañando a un buen colega de profesión Jose Antonio Silvestre. Disfrutó haciendo fotografías como un enano, sabiéndome respaldado por mi compañero, muchas gracias Silver, permitiéndome explorar otras formas de mirar y experimentar nuevas técnicas. Para mi fue una experiencia motivadora, de las que te hacen amar aun más esta profesión, a pesar de llevar mas de quince años en esto. A su vez Irene y Alberto podrán disfrutar de un puñado de fotos enriquecidas por la mirada de dos profesionales. La ceremonia se celebró en un entorno maravilloso, muchas gracias a las facilidades prestadas en la finca «La Horteta».